Una de mis experiencias mas dramáticas es el haber estado con el Padre Ernesto Cardenal. Vino a mi pueblo y dialogó con el público acerca de las diferentes obras que realiza con campesinos Nicaragüenses y declamó algunos de sus poemas. Había leído sus Salmos y desde aquel instante deseé conocerlo. Es impresionante estar ante la presencia de un místico. La experiencia es indescriptible. Se siente algo extraño, nebuloso, impreciso. Pensé en otros sacerdotes que se grabaron en mi corazón, el jesuita Teilhart de Chardin y un sacerdote atormentado por sus conflictos de fe y razón muy querido por el Papa, que apareció en la película ¨Las Sandalias del Pescador¨ con Anthony Quin. Una película que anticipó la venida de Juan Pablo II. La diferencia es que Pablo no parece haber estado de buenas con Ernesto. Seres que han venido a ser rechazados por ser grandes e incomprensibles. Aquella noche hablamos del jesuita y noté su gran admiración y simpatía por aquel sacerdote que al igual que él, le privaron de expresarse y dar a conocer la grandeza de sus pensamientos. Chardin se mantuvo en su Iglesia, de Ernesto no sé en este momento. Ese es el retrato que aparece arriba, más el sentimiento profundo y respetuoso que le profeso.
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